martes, 18 de noviembre de 2008

¡Paciencia, corazón mío!






Dejo un fragmento del libro “Las preguntas de la vida” de Fernando Savater.

Dice así:

Quizá la primera vez que en nuestra tradición occidental aparece testimonio literario de esta reflexión la encontramos cuando, al final de la Odisea, el largo tiempo errante Ulises llega por fin a su palacio de Ítaca. Al ver a su mujer acosada por los impúdicos pretendientes, que se están comiendo y bebiendo su hacienda, Ulises se inflama de cólera vengativa. Pero no se abalanza imprudentemente sobre ellos sino que se contiene diciéndose; <<¡Paciencia, corazón mío!>>. Esta breve recomendación que el héroe se hace a sí mismo, a la vez constatando y calmando el ardor de su ira, es quizá el comienzo de toda nuestra psicología, la primera muestra culturalmente testimoniada de autoconciencia…


¿Valentía o cobardía?

Difícil de valorar. Creo, que en ese momento, y en muchos otros de nuestras vidas, lo fácil sería la opción que Ulises descartó, en cambió lo difícil es contar hasta 5, 10,100….lo que necesites, respirar y decir…no están a tu altura.


Autoconciencia, algo tan valioso y que a veces nos hace jugar tan malos momentos… y es que es una compañera de viaje que en ningún momento te deja libre, que, siempre intenta comportarse con esa perfección, que acabas cogiéndole manía.
¿Por qué nos comemos tanto la cabeza? ¿Por qué siempre debemos pensar y pensar sobre lo mismo? ¿Por qué, por qué por qué….?


Antes esto, ante tantos Por Qués….¡Paciencia, corazón mío!.

2 comentarios:

Sole dijo...

eso pido justamente Saray!! PACIENCIA CORAZON, quien pudiera reaccionar como lo hizo Ulises, hoy la gente querida por mi en el blog ha hecho unas publicaciones, que me ha dejado pensando mucho y m ehe sentido identificada


Un beso grandote, que estes bien

Sara dijo...

Quién tuviera la respuesta a esa pregunta.

Siempre dando vueltas y más vueltas a preguntas para las que probablemente tenemos la respuesta desde el principio...

Yo sueño con ser más impulsiva, con frenar a mi cabecita y decirle que se olvide un poco de todo y deje de dar vueltas y vueltas, que se limtite a vivir la vida... Pero casi nunca me hace caso.

Un beso,