
Y cuando te vas,
vuelve este maldito
e insoportable
frío invernal.
Y envidio, entonces,
a tus sábanas,
y a tu piel,
por cubrirte
y abrazarte
como yo quisiera.
Y cuando te vas,
empiezo a contar,
de nuevo,
las horas que restan,
a un nuevo beso.
Cuando te vas,
y cierro los ojos,
y los abro,
y no estás.
Entonces,
tiemblo de miedo.
Dime, ¿volverás?