viernes, 2 de septiembre de 2011

Un hombre cualquiera en la Gran Vía

Rondará los 70. Sobre su cabeza, una boina calada; a juego y en perfecta sintonía con su piel clara, una camisa de cuadros, probablemente de la década pasada.
Come lento y cuidadoso un sándwich cualquiera con un precio no tan cualquiera en una cafetería del centro.
Su mirada… dudo que hoy nadie pueda encontrarla. Se encuentra perdida en un vacío insustancial que no consiguen romper dos bonitas jóvenes con aires frescos y caminar insinuante.
Quisiera saber qué piensa. Quisiera saber, si acaso está pensando o tal vez sólo se deja llevar por la cotidianeidad de un bocado a media tarde.
Lo cierto es que no sé nada. No sé su nombre, ni lo que piensa. No sé qué ocurre en su vida, o si no ocurre nada.
Sólo sé que está solo, como yo, en una cafetería de la Gran Vía.
Sólo sé que la casualidad hizo que aquellas mesas que dan a la ventana y me mantienen distraída, estaban ocupadas y ahora, sin saber tampoco por qué, escribo a mano, como hace tiempo que no hago, sobre una servilleta cualquiera, acerca de un hombre cualquiera que cuenta el dinero con cautela, paga y se va.

4 comentarios:

Luis Cano Ruiz dijo...

Me están gustando mucho tus últimas entradas.

Creo que Madrid te está sentando muy bien. Espero que sigas deleitándonos con las historias que rescatan lo triste que a veces resulta vivir siendo consciente de ello.

Cuídate.

Aeyzaz dijo...

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Jaime Davila dijo...

Que bueno tu blog, felicitaciones desde Venezuela. Éxito Sray

Anónimo dijo...

Enhorabuena Saray. Tu blog merece una entrevista. Muchos besosss!!