Traté de serlo todo,
tu todo.
La mecha de tu vela:
la luna que mueve tus mareas;
el sol que te despierta.
Necesitaba ser ese todo,
tu todo;
ser cada minuto de tus horas;
cada hora de tus días;
cada día de tu vida.
Quise serlo todo;
tus palabras;
tus dibujos en servilleta;
tus versos y canciones.
Necesitaba ser
el primer y último pensamiento;
formar parte de la palma de tu mano;
robarle el tacto a tu esponja,
y el sabor a tu café de la mañana.
Traté de serlo todo,
y terminé conformándome
con ser una parte,
para hoy recordarte,
siendo nada,
y añorando tu todo.
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