lunes, 13 de agosto de 2012

De lo que tuvo y no supo

Al llegar al centro lloró.
 La sal que caía por sus mejillas
Le acercaba levemente
A ese mar que siempre tuvo
 Y nunca escuchó

 Caminó descalzo por los parques
Donde la infancia construye fuertes castillos,
 Aislantes del pecado que supone crecer;
Sintiendo en la piel algo parecido
 A aquella arena que un día le cubrió y apartó.

 Y cuando en la ciudad,
Rodeada de gente y vacía de personas
Giraba sobre sí;
Lloraba de nuevo.
Porque aquella soledad,
 era la de verdad.

Volvió,
Respirando fuerte,
 Anclando sus pies bajo arena y mar,
Evitando cualquier movimiento
 Que le alejase de la vida,
De aquellos colores,
 Del ir y venir del blanco y azul.
Porque con una de esas olas… volvería.

Volvería aquello que tuvo, y no supo.

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