Tardé aproximadamente
Cinco mil cuatrocientos tres
Litros de lágrimas
En entender
Que no podía hacer de la vida
Una persecución hacia la perfección.
Supe entonces
Que no tuviste toda la culpa,
Que yo perseguía metas,
Escribía una historia para dos,
Y tú te habías quedado sin tinta
Con la ilusión de la primera página.
Yo leía sin cesar
El mapa oculto
De aquel laberinto
Que debía llevarme
Hacia el sueño utópico
Del "todo"
en la palma de la mano.
Tú te llevabas la brújula,
Lanzabas al mar las pistas,
Y trazabas con cuidado
Un sin fin de huellas
Que nos llevaron
Hacia el final
De lo que no pudo ser.
Desde entonces
No persigo tesoros,
Escribo a máquina
Para poder rectificar,
Comparto sueños,
-Si se tercia-
Y afronto que el futuro,
Nunca llega
Si dos no quieren,
Si dos no tienen,
Un presente común.
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