jueves, 13 de noviembre de 2008





Hoy amaneció lloviendo, y el día se veía oscuro en tu pupila, que con gran esfuerzo se dejaba asomar entre tus párpados cansados y pesados como plomo.

Últimamente, los días recortan horas cada segundo, y minutos en cada milésima. El reloj se desintegra poco a poco en mi muñeca y el tiempo pasa y pasa sin darme cuenta.

A veces, sueño con parar el tiempo, darle al mundo un momento de descanso, pero, en ese instante, el cronómetro empieza su cuenta de nuevo, y el más rápido, es el que se salva.

El mundo parece una selva; si no comes, te comen. La ley del más fuerte te reta sin cesar, y mientras el tic tac del reloj, te recuerda todo lo que aún te queda por hacer.

Ahora, no existen descansos, ni tiempos muertos, la vida pasa, y, si no te subes a tu tren, pronto partirá, te dejará en tierra, y todo lo soñado se irá por la borda. Un momento de descuido, una factura por cobrar.

Quizás debamos plantearnos algo, quizá, deberíamos alargar los días, o tal vez…acabar con aquello que nos convierte en esclavos, el reloj…

6 comentarios:

Luis Cano Ruiz dijo...

Muy bueno. Lo he leído, y no he podido evitar ponerle ritmo de poema, y no queda nada mal...

Un saludo.

Sole dijo...

No seria mala idea acabar con eso que nos convierte en esclavos, el reloj

Pero abandonar los sueños...jamas!! De que hablas amiga??

besos

Sole dijo...

Una compañera de tu tierra me ha mandado este hermoso poema de Galeano, y quiero compartirlo con vos, quizas sirva para estos dias:


De nuestros miedos
nacen nuestros corajes,
y en nuestras dudas
viven nuestras certezas.
Los sueños anuncian
otra realidad posible,
los delirios otra razón.
En los extravíos
nos esperan los hallazgos
porque es preciso perderse
para volver a encontrarse.

Eduardo Galeano

besos!

Sara dijo...

El reloj es un compañero implacable, Saray, pero también tiene su punto bueno. Es el único que tiene respuestas a todas nuestras preguntas.

La vida se nos va de las manos demasiado deprisa, tanto que cuando queremos darnos cuenta no podemos hacer apenas nada, y nos damos cuenta de que un pedacito de vida se nos ha escapado.

Y es que los días que mueren, ya no los volveremos a vivir. Creo que tienes razón, y tal vez todos debamos despojarnos de nuestros relojes, un abrazo,

javixu dijo...

Pues súbete a ese tren, no lo pienses...
Seguramente en él estén tus sueños.
Por cierto bonito texto pequeña!

Un besote

ChAnd dijo...

¡Huy pequeña Saray! Mira que estás tan reflexiva... ¿Enamorada y triste y contenta y triste y enmedio de ello mirando por los demás? Me sorprenden tus múltiples facetas y tu manera tan clara de andar... Seguro que vas para adelnate con sueños y esperas... y que lo que quieras lo vas a lograr -bueno, casi todo, la vida no siempre es tan dulce-

Un abrazo.