Amelie solía preguntarse cuántas serían las personas que en ese mismo instante estaban “haciendo el amor”.
A menudo suelo preguntarme cuántas serán las personas que en ese mismo instante se piensan a la vez; se encuentren en un lugar recóndito donde ninguno pensaba, tal vez, ni siquiera estar; o se nombran en alto en el vacío de una habitación silenciosa…
¿Hasta dónde llegan las casualidades?
¿Qué delimita el destino?
Suele pasar, que la vida, una vez más, nos pone a prueba.
Basta con desear con todas tus fuerzas cruzarte con una persona; que te tire, tal vez el café por encima; o por qué no, que en ese mismo instante, se averíe el ascensor…
Basta con desearlo… para que no ocurra.
Pero ten claro algo, y una vez más repito: cuidado con lo que deseas. Porque tal vez desees y pidas a Dios no cruzarte con esta o aquella persona, que llegue pronto el autobús para que él no te vea así, o que ese día, el metro llegue con retraso y se rompa la rutina.
Basta con desearlo… para que ese día, ocurra!
Así es la vida.
No sé si creer en el destino, o tal vez creer que el destino somos nosotros mismos.
No sé si creer que todo está escrito, o que somos nosotros quien lo escribimos.
Cuando tenga alguna respuesta, si es que algún día la tengo, os la contaré.
Mientras tanto, desear o actuar, tal vez lo segundo sea lo más recomendable.
1 comentario:
Muy bella reflexión..
Un abrazo
Saludos fraternos..
Que disfrutes del fin de semana..
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