miércoles, 21 de mayo de 2014

A ÉL NO LE GUSTABA LA POESÍA

A menudo le hacía comas,
Tildes, exclamaciones nocturnas,
Y muchas, muchas interrogaciones...

Pero le escribía.
Ella lo hacía a sabiendas
De que no sería jamás
Su libro de cabecera,
Su refugio de penas,
Su diario de alegrías.

Cuando la página
Se cubría hasta el fondo
De interrogaciones sin final,
Sonreía a las respuestas,
Entrecomillaba cada beso,
Parafraseaba cada caricia,
Hacía de la vida un paréntesis
Con cabida para dos.

Y entre tanta coma,
Tanta duda,
Tanto espacio en blanco
E interrogación.
Entre tanto punto suspensivo
Llegó ese momento,
Como dice Sabina,
En que "al punto final
De los finales,
No le siguen los puntos suspensivos"

Cerró el cuaderno,
Ese que él nunca leyó.

(No le gustaba la poesía)


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