Llueve.
Se ha torcido el día, se desvanecen las ilusiones.
Miles de gotitas chocan contra el cristal y se clavan en el alma como puñal en el corazón.
Es hora de soñar, la hora de la nostalgia.
La lluvia resbala rauda por la ventanilla del coche y el agua parece abrir infinitud de caminos que no llegan a ningún puerto, o tal vez sí.
Me voy, no sé a donde, pero me voy.
Y pasan los minutos, fijos, viendo como el agua se derrama, como hoy el cielo nos regala un día gris.
Sigo soñando, empiezo a preocuparme.
¿Somos esclavos de nuestros sueños?
“Si sueñas y los sueños no te hacen su esclavo” Rudyard Kipling.
1 comentario:
Bonito texto.
Soñar en bueno, siempre que no te distraiga de la realidad.
A decir verdad nunca me gustaron los sueños, pero es necesario de vez en cuando.
Cuídate.
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