lunes, 19 de abril de 2010

¿Sabes?, llueve y no me oyes.


Llueve.
Se ha torcido el día, se desvanecen las ilusiones.
Miles de gotitas chocan contra el cristal y se clavan en el alma como puñal en el corazón.

Es hora de soñar, la hora de la nostalgia.

La lluvia resbala rauda por la ventanilla del coche y el agua parece abrir infinitud de caminos que no llegan a ningún puerto, o tal vez sí.

Me voy, no sé a donde, pero me voy.

Y pasan los minutos, fijos, viendo como el agua se derrama, como hoy el cielo nos regala un día gris.

Sigo soñando, empiezo a preocuparme.

¿Somos esclavos de nuestros sueños?




“Si sueñas y los sueños no te hacen su esclavo” Rudyard Kipling.

1 comentario:

Luis Cano Ruiz dijo...

Bonito texto.

Soñar en bueno, siempre que no te distraiga de la realidad.

A decir verdad nunca me gustaron los sueños, pero es necesario de vez en cuando.

Cuídate.